Sin embargo, su vida estaría colmada de daños físicos y psicológicos por parte de sus progenitores, los cuales era alcohólicos y peleaban la mayor parte del tiempo. Muchas veces le pegaban para desquitar su rabia y la pequeña se hacía pis encima por el miedo que sentía.
A la edad de 3 años, sus padres permanecieron completamente borrachos y la echaron de la casa, abandonando desde ese momento a su hija. La pequeña niña llegó hasta un cobertizo habitado por perros vagabundos.
La manada la acogió como un animal más, de esa manera, la niña empezó a olvidar cómo comportarse como persona y tomó los modales de los perros. Comía sobras de alimentos que casi siempre solían ser carne cruda, practicó su manera de caminar y descuidó el lenguaje.
Cinco años después, un habitante advirtió a las autoridades de que un chiquillo vivía con los chuchos y en 1991 la recobraron; la chica ya tenía 8 años entonces. Para esa etapa, Oxana ya se comportaba como un auténtico perro; aullaba, mordía a la gente, jadeaba y andaba a cuatro patas.
La joven, fue desplazada a un hospital psiquiátrico, donde la educaron para que volviera a recuperar los pocos modales que había conseguido adquirir a los tres años, y además, confinarla como un niño más. A día de hoy, Oxana se comportar como cualquier ser humano, pero aún se acuerda de cómo vivía antes.
Lyn Fry, psicóloga educacional, encargada de este caso, aclara de esta forma la posición de Malaya: "Los perros dan su amor, su atención y su aceptación en cierto sentido, mientras que el niño tiene que adaptarse a la situación del perro. Si eso significa comer carne cruda y desperdicios del vertedero, lo hace para sobrevivir"
Los especialistas de la clínica comenzaron a enseñarle su idioma y a comportarse como un ser humano. En una primera etapa, Oxana comenzó a entender el lenguaje pero solo era capaz de responder con monosílabos o ladridos. Eludía el roce con otros niños y se sentía muy feliz al estar en contacto con otros perros.
Con el paso de los años, Oxana, que ya es una mujer de 30 años, ha aprendido a hablar y a comportarse como una persona. Estos significantes progresos no son usuales en los casos de los niños salvajes. Linda Blair, psicóloga clínica, muestra una explicación: "Oxana tendría que haber escuchado el idioma de forma regular. Tal vez no se han dirigido a ella, pero tuvo que estar expuesta a él y también a los seres humanos".
No obstante, aún conserva ciertos rasgos que conducta canina, profundamente establecidos en su alma. Cuando se encuentra muy angustiada, regresa a su pasado. Duerme acurrucada como un perro y, cuando está sola le gusta corretear con los perros a cuatro patas.
Físicamente es una mujer sana, un poco bajita, y según la psicóloga Lyn, con la mentalidad de una niña de seis años. Otro especialista, el Dr. Vladimir Nagorno indicó que había que "encontrar una ocupación para ella, algún tipo de ocupación útil y tener en cuenta que nunca se comportará como una persona completamente normal" y agregó " solo es capaz de vivir esta vida práctica en esta comunidad, bajo la supervisión de sus cuidadores".
Oxana se siente muy bien trabajando en la granja de la Clínica, al cargo de vacas, y consagrándose a la horticultura. Es una chica risueña, con gran sentido del humor y cariñosa.
Desgraciadamente, recuerda su triste pasado e inclusive los "motivos" que acarrearon a sus padres a abandonarla fuera de su casa: "mamá tenía demasiados niños. Nosotros no disponíamos de suficientes camas, por lo que me llevó hasta el perro y comencé a vivir con él".
Hace algún tiempo, se volvió a topar con su padre, al que no veía desde su abandono. Le disculpó y declaró que ella era una persona "deseosa de afecto y bondad", que quería honrarlo sin importarle el modelo de persona que hubiera sido.
Fuentes: http://www.ovejaselectricas.es
http://aja.pe/aja/seccion.php?/historias-impactantes/conoce-el-caso-de-la-nina-perro-%5Bfotos-y-video%5D/&txtSecci_id=64&txtNota_id=770930
Patricia Fernández Crespo 2BCSA
No hay comentarios:
Publicar un comentario