jueves, 14 de noviembre de 2013

La interocepción

 Poseemos tres sentidos internos, la propiocepción, el equilibrio y la interocepción. 
 La interocepción representa el estado de los órganos de nuestro cuerpo. De modo que, en ocasiones percibimos nuestros órganos mediante determinadas sensaciones tales como sed, hambre, náuseas, etc. Para ello, este sentido cuenta con células especializadas en reconocer la presión, la temperatura, la oxigenación, el estrechamiento, la acidez y las propiedades químicas.
Estos sensores se activan cuando reciben un estímulo importante, como por ejemplo la inflamación de un órgano, llegando a la conciencia de diversas formas o afectando a nuestra conducta de manera inconsciente.
El encargado de recibir las señales de estos receptores y de darles sentido es el hipotálamo. En él se fabrican las sensaciones "sed" o "hambre" por ejemplo.
Todas las interocepciones son vitales y casi siempre exageradas. En ocasiones, esta exageración resulta necesaria para actuar de la forma más adecuada, por ejemplo, cuando sufrimos una taquicardia.

La analgesia congénita es responsable de que uno entre un millón de niños no llore si se rompe una pierna, no sufra por una quemadura y ni se inmute ante un fuerte golpe.


 Una de las enfermedades relacionadas con la interocepción es la analgesia congénita (insensibilidad al dolor). La persona que padece esta enfermedad no siente dolor en absoluto, por ello, hay casos como el de Gabby, una niña que se sacó el ojo y ni se inmutó, o el de un hombre que se mordió la lengua y la perdió, sin sentir nada.
Es un trastorno poco frecuente en el cual los afectados perciben un golpe o una mordedura, pero no sufren. La esperanza de vida es menor, puesto que los repetidos traumatismos provocan un desgaste en el cuerpo.
 La comunidad científica está trabajando para hallar el origen y encontrar un tratamiento, centrándose en la genética.