lunes, 21 de abril de 2014

El experimento del buen samaritano


Historia del buen samaritano:
Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y pasó de largo. También llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo, le dijo, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando vuelva.” 

Cuando los los psicólogos John Darley y C. Daniel Batson escucharon esta historia, decidieron investigar si la religión tenía relación alguna con el comportamiento humanitario. ¿Son las personas religiosas más sensibles a los estímulos sociales?

Los psicólogos partieron de la hipótesis de que las personas religiosas resultarían más propensas a ofrecer ayuda a los demás.
Acto seguido reclutaron voluntarios para su experimento entre un grupo de estudiantes de seminario, seleccionando a 67 voluntarios en total. Se formaron dos grupos.
A uno de los grupos se les contó la parábola del buen samaritano y se les encomendó realizar un sermon sobre dicha parábola. A el otro grupo no se les contó la parábola, y se les encomendó realizar una charla sobre las oportunidades laborales.
A los voluntarios se les concedieron tiempos diferentes para llegar al punto de encuentro y entregarlo, por lo que algunos realizaron su tarea a toda prisa y apenas contaban con el tiempo justo para llegar puntualmente y otros contaron con tiempo suficiente para todo el proceso.

Durante el trayecto que debían recorrer los voluntarios para llegar al destino, había un hombre tirado en el suelo, que tosía y , evidentemente, necesitaba ayuda urgentemene.
Los resultados fueron de lo más inesperados, ya que los voluntarios que habían preparado el sermón sobre la ayuda al prógimo no se detuvieron más veces que los que se habían preparado la charla sobre las oportunidades laborales. El factor que realmente definía si se paraban a ayudar al prógimo o no fué el tiempo. Sólo un 10% de las personas que iban justas de tiempo se detuvo a ayudar al samaritano, independientemente de la charla que se hubieran preparado.
De las personas que iban sobradas de tiempo, un 64% se pararon a ayudar a aquel hombre, independientemente de la charla que se habían preparado.

Los resultados fueron que no hubo correlación entre ‘sujetos religiosos’ y el comportamiento de ayuda.
La conclusión del experimento fué la hipocresía que presentaban los sujetos, ya que la prisa no es excusa para no poner en practica aquello que se alaba. Si se predica, debe ser con el ejemplo.


                                                                                Trabajo realizado por Javier Jiménez y Samuel Aranda

jueves, 10 de abril de 2014

EL ALZHEIMER Y LA DEMENCIA SENIL.

EL ALZHEIMER:
La enfermedad del alzheimer  es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Se caracteriza en su forma típica por una pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. La enfermedad suele tener una duración media aproximada después del diagnóstico de 10 años,aunque esto puede variar en proporción directa con la severidad de la enfermedad al momento del diagnóstico.
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, es incurable y terminal, que aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad. Los síntomas de la enfermedad como una entidad nosológica definida fue identificada por Emil Kraepelin, mientras que la neuropatología característica fue observada por primera vez por Alois Alzheimer en 1906. Así pues, el descubrimiento de la enfermedad fue obra de ambos psiquiatras, que trabajaban en el mismo laboratorio. Sin embargo, dada la gran importancia que Kraepelin daba a encontrar la base neuropatológica de los desórdenes psiquiátricos, decidió nombrar a la enfermedad alzhéimer en honor a su compañero.
SÍNTOMAS DE ALZHEIMER:
En un principio, surgen pequeñas e imperceptibles pérdidas de memoria, pero con el paso del tiempo, esta deficiencia se hace cada vez más notoria e incapacitante para el afectado, que tendrá problemas para realizar tareas cotidianas y simples, y también, otras más intelectuales, tales como hablar, comprender, leer, o escribir. Dependiendo de la etapa en que se encuentre el paciente, los síntomas son diferentes:
  • Estadio Leve : El daño de la enfermedad todavía pasa desapercibido, tanto para el paciente, como para los familiares. El enfermo olvida pequeñas cosas, como dónde ha puesto las llaves, o tiene alguna dificultad para encontrar una palabra. En esta etapa todavía puede trabajar o conducir un coche, aunque es posible que empiece a experimentar falta de espontaneidad, de iniciativa y ciertos rasgos depresivos. La capacidad de juicio se reduce y tiene dificultad para resolver nuevas situaciones y organizar actividades. Pueden aparecer signos de apatía y aislamiento y cambios de humor.
  • Estadio Moderado : La enfermedad ya resulta evidente para familia y allegados. El paciente presenta dificultades para efectuar tareas como hacer la compra, seguir un programa de televisión, o planear una cena. Ya no es sólo una pérdida de memoria, sino también de capacidad de razonamiento y comprensión. En esta etapa, el deterioro avanza con bastante rapidez y los afectados pueden llegar a perderse en lugares familiares. Además se muestran visiblemente apáticos y deprimidos.
  • Estadio Grave : Todas las áreas relacionadas con la función cognitiva del paciente se encuentran afectadas. Pierde la capacidad para hablar correctamente, o repite frases inconexas una y otra vez. No puede reconocer a sus familiares y amigos; ni siquiera se reconocen a ellos mismos ante un espejo. La desorientación es constante. Los pacientes más graves se olvidan de andar y sentarse y, en general, pierden el control sobre sus funciones orgánicas. Se olvidad de hechos recientes y lejanos. Permanecen horas inmóviles sin actividad, y generalmente no pueden andar. Dejan de ser individuos autónomos y necesitan que les alimenten y les cuiden. Gritan, lloran o ríen sin motivo y no comprenden cuando les hablan. En su etapa más grave surgen rigideces y contracturas en flexión, permanecen en mutismo y pueden llegar a presentar trastornos deglutorios. Muchos de ellos acaban en estado vegetativo.
Síntomas neurológicos
La enfermedad de Alzheimer afecta a la memoria en sus diferentes tipos. Estos son los deterioros sufridos:
  • Pérdida de memoria a corto plazo: incapacidad para retener nueva información.
  • Pérdida de memoria a largo plazo: incapacidad para recordar información personal como el cumpleaños o la profesión.
  • Alteración en la capacidad de razonamiento.
  • Afasia: pérdida de vocabulario o incomprensión ante palabras comunes.
  • Apraxia: descontrol sobre los propios músculos, por ejemplo, incapacidad para abotonarse una camisa.
  • Pérdida de capacidad espacial: desorientación, incluso en lugares conocidos.
  • Cambios de carácter: irritabilidad, confusión, apatía, decaimiento, falta de iniciativa y espontaneidad.
TRATAMIENTOS:

La enfermedad de Alzheimer es una patología de evolución lenta. Desde que aparecen los primeros síntomas hasta que se inicia una etapa de mayor gravedad pueden pasar años, dependiendo de cada persona, entre 5 y 20. Por el momento no existe ningún tratamiento que revierta el proceso de degeneración que comporta esta enfermedad. Sin embargo, sí se dispone de algunos fármacos que pueden retrasar, en determinadas etapas de la enfermedad, la progresión de la patología.
Se utilizan los anticolinesterásicos o inhibidores de la acetilcolinesterasa, fármacos que elevan los niveles de acetilcolina en el cerebro. Tacrina, donepezilo y rivastigmina son los fármacos indicados en las primeras etapas de la enfermedad. Con estos medicamentos se mejoran las fases iniciales y moderadas de la patología, retrasando el deterioro de la memoria y la atención. Este tipo de tratamiento se combina con otro sintomático, que se administra, a medida que el paciente va denotando diversos síntomas que acompañan al mal de Alzheimer, tales como la depresión, estados de agitación, alteraciones del sueño, o complicaciones más tardías del tipo incontinencia de esfínteres, estreñimiento, infecciones urinarias, úlceras provocadas por la inmovilidad o tromboflebitis.

La vacuna, AN-1792, se basa en una forma sintética de la proteína beta amiloide, proteína que conforma las placas en los cerebros de los pacientes con Alzheimer y estimula al sistema inmunológico para eliminar las placas ya formadas y evitar la aparición de otras nuevas.


LA DEMENCIA SENIL:
La Demencia Senil no es una enfermedad específica, sino más bien un grupo de síntomas que son causados ​​por cambios en el funcionamiento del cerebro. Hay muchos y variados síntomas que tienen que ver con la cognición. La cognición se refiere al acto de pensar, percibir y aprender.
Las funciones cognitivas que pueden verse afectadas son la toma de decisiones, juicio, memoria, orientación espacial, el pensamiento, el razonamiento y comunicación.
La Demencia Senil afecta básicamente a ancianos, que la mayor parte de las veces requieren cuidados por parte de familia o profesionales. Es especialmente habitual a partir de los 85 años. A partir de esta edad afecta hasta un 50% de estas personas, si bien es cierto que a partir de los 65 años la incidencia de esta enfermedad empieza a ser significativa.
El proceso de envejecimiento conduce a un deterioro de las células cerebrales, lo que provoca fatiga, problemas relacionados con el equilibrio y pérdida de memoria de carácter progresivo.
Esta es una enfermedad crónica, degenerativa y se caracteriza por disminuir la calidad de la vida del enfermo de forma notable.
Algunos de los síntomas de la demencia senil son:
  • Pérdida de memoria
  • Falta de sueño o insomnio
  • Problemas con el equilibrio
  • Desorientación
  • Falta de coordinación física
  • Fatiga
  • Apatía
  • Confusión
  • Ansiedad
  • Aislamiento social
  • Falta de iniciativa
Los siguientes son síntomas de demencia senil que ocurren en la etapa intermedia:
  • Habilidades deficientes de aprendizaje
  • Falta de juicio
  • Deterioro de las habilidades cognitivas
  • Inestabilidad emocional
  • Aumento de la confusión
  • Interrupción en los patrones de sueño de los miembros de la familia
  • Necesidad de asistencia en el desempeño de tareas diarias
  • Agresión
Los siguientes son síntomas de demencia senil en etapas más graves:
  • Pérdida gradual de peso
  • Disminución de las capacidades cognitivas
  • Dificultad al caminar
  • Mala higiene personal
  •  Incontinencia urinaria
  • Violencia y agresividad
  • Defecación involuntaria
  • Dificultad para reconocer a miembros de la familia
  • Tendencia a vagar sin informar al cuidador
  • Incapacidad para vestirse, bañarse y comer
  • Incapacidad para cuidar de sí mismo
  • Alucionaciones visuales o auditivas
  • Cambios en la personalidad
  • Problemas comunicativos
TRATAMIENTO:

En general, el curso de la demencia y el Alzheimer pueden ser retardados, pero no pueden curarse.
Los medicamentos y los ejercicios cognitivos pueden ayudar al paciente a permanecer relativamente funcional durante algún tiempo.
El plazo de la enfermedad varía según la persona. Con el curso de los años, sin embargo, los pacientes con demencia experimentan pérdida de memoria y cada vez menos períodos de lucidez.
En última instancia, la pérdida de la función cerebral puede dejar completamente inhabilitado al enfermo.
María Molina Contreras.
María Tello Galán.