lunes, 26 de mayo de 2014

La obediencia a la autoridad.


La obediencia a la autoridad. 
Stanley Milgram.

Stanley Milgram nació el 15 de Agosto de 1933 en Nueva York y murió el 20 de Diciembre de 1984 en su ciudad natal debido a un ataque al corazón.
  De familia hebrea, su padre era húngaro y su madre rumana.
Aunque se lo considera uno de los más importantes psicólogos del siglo XX, Milgram nunca estudió psicología durante sus estudios de ciencias políticas en Queens College, Nueva York, donde se graduó en 1954. Se presentó a un postgrado en psicología social en la Universidad de Harvard y fue rechazado inicialmente a causa de falta de estudios de psicología. Fue aceptado en 1954 después de tomar seis cursos de psicología y se graduó en 1960.

Experimento de Milgram: Obediencia a la autoridad.

 S. Milgram pretendía medir la obediencia a la autoridad y captar la esencia de la actitud obediente y voluntaria. Naturalmente tuvo que disfrazar el verdadero objetivo del estudio y lo presentó como una investigación que medía los efectos del castigo sobre el aprendizaje.

El primer paso consistió en colocar un anuncio en la prensa local, ofreciendo una paga de 4
dólares, más gastos de viaje, a 500 personas que cumplieran el requisito de tener una edad comprendida entre 20 y 50 años. No había ninguna otra exigencia. La autoridad aquí estaba representada por la Universidad de Yale y ésta, a su vez, por el experimentador, un catedrático serio y distante que sería quien diera las instrucciones (órdenes) a los/as voluntarios/as.

Al voluntario o "profesor" se le instruía sobre el castigo que debía aplicar a un sujeto o "alumno" (un contable, rechoncho y amable) que se encontraba en otra habitación, sentado sobre una silla conectada a un generador, por el cual el sujeto debía aplicarle descargas eléctricas. Estas descargas oscilaban entre 14 y 450 voltios.

Se ponía al "profesor" ante un monitor con 30 pulsadores los cuales debía ir pulsando para aumentar la descargas aplicadas al sujeto o "alumno". Las primeras eran ligeras pero, una vez alcanzados los 120 voltios, el "alumno" empieza a gritar pidiendo que lo sacaran de allí. A los 270  ya era agónico.

Los "profesores" o voluntarios dudaban si seguir o abandonar el experimento, pero el experimentador les apuraba a seguir. El resultado fue que la mayoría (alrededor del 63 %) de los sujetos-profesores/as, llegó hasta el final es decir, a descargar 450 voltios.

El propio S. Milgram quedó impactado por los resultados obtenidos en sus experimentos, máxime cuando el pronóstico de que se disponía, era que no se hallaría más de un 1 ó 2% de sujetos (que además debían padecer algun tipo de patología no diagnosticada) que llegaran a apretar las palancas hasta el final. Pero ¿qué es lo que hace que el sujeto siga sentado en su silla, apretando las palancas, infligiendo daño a otra persona y además hacerlo voluntariamente? Algunas de las conjeturas de Milgram iban desde la cortesía y compromiso hacia el que se sentían obligados/as para no dañar el experimento, hasta el hecho de que su mente estuviera absorta en los detalles técnicos y no prestara atención a las consecuencias de sus actos.

 

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