lunes, 26 de mayo de 2014

El Narcisismo


Narcisista o narciso es lo relativo al narcisismo. Esta palabra proviene del griego, donde un Narciso, según el mito griego, era un hermoso joven lleno de orgullo, vanidad e insensibilidad que despreciaba a todas las doncellas y otros que se enamoraban de él. Némesis, la diosa de la venganza , castigó a Narciso, y éste al verse reflejado en las aguas del río, se enamoró de su propia imagen y acabó por arrojarse a a ellas, ya que fue incapaz de separarse de su imagen, que se desvanecía cada vez que intentaba alcanzarla para besarla. Narciso, al caer en el agua, se transformó en la flor que lleva su nombre: el narciso, una hermosa flor maloliente y estéril de fruto.

Por tanto, un narcisista es una persona que siente una admiración excesiva por sí misma, por su aspecto físico y por sus fotes o cualidades, es una persona egocéntrica y orgullosa hasta el punto de no conseguir vivir una vida buena o feliz, ya que muestra un egoísmo agudo y una desconsideración hacia las necesidades y los sentimientos ajenos.

 
Trastorno narcisista de la personalidad 

En psicología, se ve el narcisismo como un escalón necesario en el desarrollo de la personalidad en la infancia, tiene un significado psicoevolutivo o psicogenético. Sin embargo, el narcisismo existe también como un trastorno y disfunción grave de la personalidad, es una patología caracterizada por una exagerada sobrevaloración de sí mismo y de un gran deseo de admiración por los demás acompañada de una baja autoestima. 

La persona narcisista se considera especial y con más derechos que los demás,
muestra a una gran falta de empatía, se cree mejor y superior a los demás y es hipersensible a las críticas de los demás. Además, el narcisista suele reclamar constantemente la atención y admiración de los demás, hablando siempre de sí mismo, y espera que los demás se den cuenta de su superioridad, y por tanto, lo admiten y lo elogien. Como siente incertidumbre al afectarle las críticas tremendamente, necesita continuamente confirmar su superioridad buscando los elogios de los demás y suele rodearse de personas inferiores a él para aprovecharse de ellas y alcanzar sus objetivos. Es envidioso o cree que los demás le tienen envidia, y muestra actitudes y comportamientos arrogantes y prepotentes o altivos.


En el trabajo es incansable porque siempre quiere tener el poder y no le gusta que manden sobre él. En cuento a las relaciones, es explotados y son frecuentes las rupturas de pareja porque nadie es lo bastante bueno para la persona narcisista, por tanto, no suele tener relaciones estables y duraderas. También los pequeños defectos físicos hacen que reaccione de una manera exagerada y, por tanto, suele ser muy cuidadoso con su aspecto, dedicando una atención continua a su vestimenta, su peinado y su apariencia en general.

Contextualización

Cada contexto social crea su propio estilo de vida, una determinada jerarquía de valores, diversas pautas de comportamiento y sus propias patologías. El trastorno narcisista de la personalidad es una alteración típica de nuestro modo de vida. Dos influencias claves han propiciado el desarrollo actual del narcisismo. Por un lado, el contexto norteamericano y por otro, el enfoque filosófico de la postmodernidad. 

El contexto social norteamericano:

Como en otros muchos temas, el estudio del narcisismo se empezó a incubar en el contexto norteamericano. Desde los años 60, diversos autores expresan con diferentes conceptos una misma realidad: "generación del Narciso", "la década del yo mismo", "la generación del yo", "la era del narcisismo" o "la cultura del yo". 

En esta perspectiva destaca la obra de Lasch, " La cultura del Narcisismo". Según él, cada época desarrolla su propia forma particular de patología y así, la cultura y personalidad narcisista caracterizarían a nuestro tiempo como la represión a la época de Freud. El narcisismo sería el principal síntoma del declive y crisis del capitalismo. Es decir, el hombre psicológico actual sería el producto final del individualismo burgués. Fruto de ello serían el espíritu competivo y el excesivo individualismo, la cultura de la diferencia que separa y enorgullece a una élite,el desarrollo de lo propio o privacidad, la incapacidad para aceptar la vejez o la limitación humana, y la necesidad de triunfo y reconocimiento que se observa en las relaciones comerciales.



Patricia Fernández y Alba Tadeo. 2ºBCSA 

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